En cada país o región acostumbramos celebrar de algún modo el inicio del nuevo año. Veamos algunas costumbres de diversas culturas, y si optamos por adquirir alguna de ellas.
Comerse las doce uvas al compás de las campanadas del reloj, romper la vajilla o tener en la mesa un plato de lentejas, son algunas de las tradiciones de distintos países que nos invitan a conocer otras formas de darle la bienvenida al año entrante, y preguntarnos ¿qué hay detrás de estas tradiciones?. Cuestionarnos sobre porqué hacemos lo que hacemos. Repasemos algunas de estas tradiciones:
1. Las 12 uvas
En España, México y en otras partes de latinoamérica, tenemos la costumbre de a medianoche comer uvas al son de cada campanada. Cada uva deberá significar un deseo o propósito para el año entrante. Quien logre terminárselas a tiempo tendrá buena suerte. Se dice que esta tradición surgió en el año de 1909 cuando en Alicante, España, hubo muy buena cosecha y los vitivinicultores salieron a ofrecer su producto como “uvas de la suerte” o “uvas milagrosas”. Hay quienes afirman que esta costumbre ya se llevaba a cabo por los burgueses del siglo XIX.
Tip: Si le quitas la piel a las uvas y eliges uvas sin semillas es mucho más probable que logres el acometido. La cuestión será: ¿Valdrá lo mismo?. Si no me las termino, ¿estoy condenado a un año desafortunado?
2. El beso de media noche
En Estados Unidos tiene gran fuerza la costumbre de besar a tu pareja justo a medianoche. Hay quienes creen que si no besan a alguien a la medianoche, equivale a un año de soledad. Si se trata de asegurarnos un futuro prometedor al lado de un ser querido, ¿no sería importante definir primeramente a quién queremos besar? Y, en caso de no encontrar a nadie, ya dice el dicho: “Mejor solo que mal acompañado”.
3. Lentejas a la mesa
4. Romper los platos al término de la Nochevieja
Conocer otras tradiciones para celebrar el Año Nuevo resulta interesante y divertido, lo más interesante será reflexionar sobre lo que nos motiva a celebrar ciertas costumbres. Quizá nos interese comenzar a practicar algunas de estas costumbres, si no por otra cosa, al menos por salir un poco de la rutina. Aunque sin menospreciar nuestras propias costumbres, pues son parte de nosotros y despreciarlas es, en cierto sentido, despreciarnos a nosotros mismos.
Si somos de los que tradicionalmente nos comemos las 12 uvas de media noche, o de los que tomamos una maleta con algo de ropa y salimos a la calle esperando tener un año lleno de viajes, o nos ponemos a barrer la casa hacia afuera para alejar las “energías negativas”; paremos a pensar por qué hacemos estas cosas.
¿Será que practicar este tipo de tradiciones nos lleva a creer que la suerte es algo que existe azarosamente?
La suerte no es algo que anda por ahí esperando a ver a quién se da, la suerte se construye día a día a base de esfuerzo y constancia, de humildad y buena actitud ante las posibles contrariedades. En este sentido, una de las mejores costumbres que podemos hacer al iniciar un año nuevo es la famosa lista de propósitos, pero hemos de pensar qué queremos obtener con ellos, hacia dónde queremos encaminar nuestra vida.
Examinemos nuestra jerarquía de valores, hagamos un examen sobre lo que fue el año que pasó, y, en primer lugar, seamos agradecidos con todo lo que recibimos y logramos. Pidamos perdón a quienes hayamos podido ofender, y, ahora sí, hagamos una lista de propósitos. Incluso podemos optar por un sólo propósito, pero asegurándonos que ese uno nos lleve a ser mejores de lo que somos hoy, una mejor versión de nosotros mismos, más humanos, más entregados, más felices.
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